viernes, 5 de diciembre de 2014

APARTADO Nº8.-EN EL CENTRO DEL DISCO-EL ARCANO DEL TAROT. EL ERMITAÑO ( LA LUZ QUE ILUMINA EL CAMINO)

 
8.01.-EL ARCANO DEL ERMITAÑO DEL TAROT
8.02.-RELACION DELARCANO DEL ERMITAÑO CON EL LOCO DEL TAROT
8.03.-LOS ANACORETAS
8.01.-EL ARCANO DEL ERMITAÑO DEL TAROT
La linterna, al abrigo del viento, es un símbolo familiar de la perfecta concentración de la mente en el yoga. Su luz, una estrella de seis puntas, tiene un profundo significado para los estudiantes de la filosofía oriental, así como para los cabalistas. Como yo lo entiendo, el
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FIGURA Nº110- EL ERMITAÑO DEL CENTRO DEL DISCO LED ZEPPELIN-IV

significado particular del símbolo, tal como se utiliza en esta imagen, es que la luz de la verdadera iluminación es el resultado de la perfecta combinación y equilibrio de las actividades de las mentes objetiva y subjetiva. Es, en resumen, el resultado lógico del proceso subjetivo de deducción a partir de una premisa razonable formulada como consecuencia de la experiencia objetiva y la inferencia. Tal como está dibujado en mi versión revisada, el bastón del Ermitaño combina ideas sugeridas por el Tarot de Court de Gebelin y Oswald Wirth. Como en las versiones más antiguas de estos, el bastón tiene dos curvas y el asidero tiene la forma de una cabeza de serpiente; sigue la versión de Wirth al ser una vara articulada que tiene siete puntos, incluyendo la punta y la empuñadura. Simboliza la médula espinal, los siete centros, o chakras, y la fuerza de la serpiente. El Ermitaño lo sostiene en su mano izquierda, pues el que ha llegado a las alturas ya no tiene ninguna necesidad de emplear activamente la fuerza que representa. Esta clave, por tanto, puede ser interpretada, entre otras cosas, como un símbolo de éxito en el yoga. Significa la liberación de la esclavitud a la vida de los sentidos.
Se ha escrito: Alguien tan libre de la esclavitud de los sentidos trasciende todas las relaciones materiales, y convirtiéndose en toda la luz suprema recupera su propio Yo. Está más allá de la mortalidad, más allá del miedo. Es la Verdad. La Verdad sólo es otro nombre para lo Absoluto.
Este arcano nos muestra a un anciano en lo alto de una elevación, portando un báculo y una linterna o lámpara, y envuelto en un manto gris. Tiene una larga barba blanca, símbolo de su sabiduría y pureza, así como del principio creador masculino; el manto representa una protección y escudo contra las tentaciones y cambios del mundo exterior, y es por esto que le cubre de pies a cabeza; el color gris terroso nos recuerda la austeridad propia del sabio.
Hasta finales del siglo XV el Ermitaño llevaba un reloj de arena, ya que se le consideraba una representación del Padre Tiempo o Saturno, dios del tiempo; después se cambió el reloj por una lámpara, ya que se asoció al Ermitaño con Diógenes, el filósofo cínico griego que según la leyenda vagabundeaba en pleno día con una lámpara encendida “buscando a un hombre”. En el tarot de Marsella y otros, la lámpara queda parcialmente cubierta por el manto del Ermitaño; pero Waite hace que la lámpara quede totalmente al descubierto, ya que, según él, la sabiduría, luz del mundo, no es un atributo exclusivo del anciano; él nos la muestra como diciendo “donde yo estoy, tú también puedes estar” En el interior de la lámpara observamos la estrella salomónica de seis puntas, símbolo por excelencia de sabiduría y perfección, y la fusión de dos triángulos, el de Agua y el de Fuego, la sabiduría inconsciente y la consciente respectivamente, ya que el Ermitaño, nos dice Waite, lejos de representar los misterios ocultos, representa la protección libre y abiertamente otorgada por los misterios Divinos a aquellos que buscan la Sabiduría.
En la otra mano el Ermitaño lleva su bastón o báculo, de color amarillo solar. Aparte de ser su apoyo, es una varita mágica que le pone en contacto con la tierra y la realidad, evitando que su sabiduría y ascetismo le aleje de ella, y le ayuda a defenderse de modo práctico en la vida. Porque el sabio verdadero, aunque se aísle de la locura del mundo, nos e aísla del mundo mismo, y sabe desenvolverse en él. Subido en la elevación, que representa la altura espiritual del hombre sabio, el Ermitaño nos muestra como se puede vivir espiritualmente sin alejarse del mundo, haciendo de nuestra propia alma un retiro e iluminando a otros con nuestra sabiduría.

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FIGURA Nº111- EL ARCANO DEL ERMITAÑO
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FIGURA Nº112-EL ARCANO DEL LOCO

8.02.-RELACION DEL ERMITAÑO CON EL LOCO
En casi todos los detalles, esta carta es la antítesis de la que lleva el signo Cero. El Loco, vestido con ropas brillantes, está en una altura, es cierto, pero desde esa altura mira hacia otra más allá, y el sol que se eleva detrás de él implica el comienzo de un proceso de manifestación.
El Sabio, con un sencillo manto gris, ha alcanzado la altura hacia la que estaba mirando El Loco, mira hacia abajo con retrospección en la oscuridad que sugiere el final de la tarea. Ningún contraste podría ser más completo, pero no obstante El Loco y El Ermitaño representan dos aspectos de una única realidad, del mismo modo que el Cero y el Nueve son símbolos que tienen prácticamente las mismas propiedades matemáticas. Si podemos concebir el Espíritu como el principio de todas las cosas, como el joven eterno que desempeña todos los papeles en el drama de la manifestación (por juego, como nos dice Manu) también podemos pensar en El como fin de todo, como el Anciano de los Días que es, como el más viejo que todo, el Primer Experimentador, y que es, en consecuencia, el portador de Luz para todas las criaturas.
8.03.-LOS ANACORETAS
8.03.01.-Introduccion
Un ermitaño o eremita es una persona que elige profesar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad. El vocablo ermita significa «del desierto». En sentido laxo, el término se extendió para significar a todo aquél que vive en soledad, apartado de los vínculos sociales.
En el cristianismo, la vida eremítica tiene por finalidad alcanzar una relación con Dios que se considera más perfecta. La vida del ermitaño está por lo general caracterizada por valores que incluyen el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la ruptura con las preferencias de éste, el silencio, la oración, el trabajo y, en ocasiones, la itinerancia. Se considera que el eremitismo en el cristianismo nació a fines del siglo III y principios del siglo IV, particularmente tras la paz constantiniana, cuando los llamados «Padres del Desierto» abandonaron las ciudades del Imperio romano y zonas aledañas para ir a vivir en aislamiento y en el rigor de los desiertos de Siria y Egipto, sobresaliendo el desierto de la Tebaida.
La práctica del eremitismo también se encuentra presente en la historia del hinduismo, el budismo, el sufismo y el taoísmo.
8.03.02.-El eremitismo
El eremitismo es un modo de vida nacido en Oriente, particularmente en Egipto y Siria, hacia el siglo III, pero con algunos precedentes precristianos, como el de la comunidad judía de losTerapeutas, curadores de almas, con asiento en Alejandría, que propugnaba la soledad y el aislamiento como camino para alcanzar la
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FIGURA Nº113- EL EREMITA BEATO PABLO GIUSTINIANI
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FIGURA Nº114-EREMITA
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FIGURA Nº115-EREMITA

perfección espiritual
Ermitaño fue el nombre dado desde el siglo III al V al cristiano que, para entregarse con toda libertad a la vida contemplativa y penitente en busca de Dios, se apartaba de los vínculos sociales usuales, para habitar en los desiertos de la Tebaida (a unos mil kilómetros del delta del Nilo) y en las comarcas vecinas. La norma de vida de aquellos eremitas era de un ascetismo llevado a sus límites: vivían en el desierto, se alojaban en albergues precarios o en cuevas, y subsistían gracias al trabajo manual. Sus ayunos eran muy prolongados y mantenían una vida espiritual durísima.
El modelo inicial de eremitismo, propio de los anacoretas orientales del siglo III, tendría más tarde imitadores -aunque con reservas- en la vida monástica occidental.1 Sucesivamente y por extensión, se asignó el mismo nombre a todos los que se retiraron a lugares solitarios para vivir una vida libre de las ataduras de la sociedad. Algunos fijaban su misión en el cuidado y protección de una ermita dedicada a algún santo, por lo general, en algún territorio despoblado y poco visitado. El retiro del ermitaño se consideraba parte de su vida espiritual y de su entrega cristiana.
En su evolución posterior, la Iglesia generó una tendencia hacia
la transformación de aquellas primeras comunidades eremíticas en órdenes religiosas estables, que permitieran una vida ascética pero evitando prácticas extravagantes o exageradas, reglando las horas de oración, de trabajo y de estudio. Se mantenía la pobreza, pero con vestimenta y comida adecuadas. Así, se dio el nombre de ermitaños a ciertas órdenes religiosas como las de San Pablo, San Jerónimo o San Agustín.
8.03.03.-El eremitismo en los siglos XI y XII
En la Edad Media, el eremitismo consistió principalmente en la renuncia ascética a una patria, a lo que se unía la llamada peregrinatio pro Christo (la condición de itinerante por amor a Cristo).
El eremitismo, tal como se generalizó en Europa a partir de las severas reformas monásticas en los siglos XI y XII, se verificó como una alternativa a la regla vivida por los monjes en los grandes monasterios o abadías. Ya no tenía las características del practicado en la Alta Edad Media, sino que se generó en ciertas personas (aristócratas, clérigos o monjes insatisfechos) como reacción de carácter espiritual frente a la vida de opulencias. El «progreso» económico y la vida de opulencia se prodigaba particularmente en las nuevas ciudades y entre los propietarios de campos. El «eremitismo» suponía aquí un cambio o «conversión», que implicaba un salto desde la «opulencia» que se abandonaba a la «suma pobreza» que se asumía sin atenuantes, dejando las ciudades
Es así como muchos monjes volvieron a la soledad del desierto, solos o en pequeños grupos. A los asentamientos eremíticos que se produjeron en el siglo XI corresponde la aparición de las órdenes de los cartujos y los camaldulenses, en tanto que el siglo XIII surgen los ermitaños agustinos, identificados con las órdenes mendicantes. Así se produce la unión del anacoretismo y el cenobitismo en una orden centralizada.
Además de las distintas formas de eremitismo organizado, existieron hombres y mujeres llamados «inclusos» o «reclusos» que, temporalmente o de por vida, se encerraban voluntariamente en una celda que hacían tapiar. Estas salas carentes de puertas poseían como único medio de acceso una ventana pequeña por la que entraba algo de luz. A través de esa apertura, la gente le hacía llegar alimento y bebida utilizando una polea. Solían gozar de gran prestigio por las virtudes heroicas que se les atribuía. Esta forma perdió prontamente importancia en el siglo XV hasta desaparecer por completo en el siglo XVII. Sin embargo, el eremitismo como tal continuó existiendo.
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FIGURA Nº116-EREMITA
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FIGURA Nº117-LA CAPADOCIA
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FIGURA Nº118-LA CAPADOCIA

8.03.04.-El eremitismo en tiempos contemporáneos
Luego de la secularización que significó la ilustración alemana del siglo XVIII, surgió en la primera mitad del siglo XIX una nueva fraternidad eremítica en la diócesis de Ratisbona (en alemán, Regensburg), Alemania. Los miembros de la fraternidad vivían como terciarios de San Francisco de Asís, y se extendieron por zonas yermas de Alemania, Suiza y Austria.1
En el siglo XX, el eremitismo tomó diferentes formas.
Algunos ermitaños famosos pertenecen a órdenes religiosas, aunque solicitan permiso para llevar una vida eremítica. Tales son los casos de María Boulding (monja benedictina, 1929-2009) o Thomas Merton (monje cisterciense, 1915-1968). Otros ermitaños son consagrados según el canon 603 (ver más adelante), como Scholastica Egan. Hay ermitaños que no pertenecen a ninguan orden religiosa, como la hermana Wendy Beckett (quien perteneció a las hermanas de Notre Dame de Namur), oJan Tyranowski, figura central en la formación de Karol Wojtyla.
El beato Carlos de Foucauld (1858-1916) constituye un caso emblemático. Habiendo sido un militar de vida disipada y un explorador de Marruecos, se convirtió al catolicismo y vivió como monje trapense, primero en Francia y luego en Siria. Más tarde abandonó la Trapa para llevar una vida eremítica aún más exigente en el Sahara argelino, aunque su espiritualidad incluyó numerosos rasgos de servicio hacia los más abandonados. Su figura, simbolizada en la célebre «Oración de abandono» constituye una renovación del eremitismo y de la llamada «espiritualidad del desierto» en pleno siglo XX.
8.03.05.-La Capadocia
Anacoretas de la Iglesia Primitiva, que buscaban refugio de las distracciones del mundo en lugares salvajes y remotos, eligieron Capadocia para desarrollar su vida monástica, dedicada a la oración, la penitencia y el ayuno, en muchas ocasiones en cuevas artificiales o naturales. El martirio constituía el objetivo final de un cristiano devoto. Pero una vez que el cristianismo fue aceptado como religión oficial por Constantino el Grande, en el año 330, los días de martirio terminaron y una vida pacífica y segura parecía no satisfacer a aquellos creyentes. La geografía de Capadocia se mostraba entonces como muy adecuada para las personas que preferían una existencia ascética.Entre los siglos VII y VIII, cuando comenzaron las invasiones árabes en Anatolia, las comunidades monásticas cristianas se vieron urgidas a esconderse y para ello fueron cavando refugios bajo las rocas y la tierra. Con el tiempo, estos refugios se convirtieron en grandes ciudades subterráneas. Se estima que en Capadocia existen más de 600 iglesias excavadas en las rocas, concebidas por sus creadores a semejanza de las de la capital. Las paredes estaban cubiertas con hermosos frescos, influenciados también por el llamado período iconoclasta, entre los siglos VIII y XIX.


































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